viernes, 14 de octubre de 2011
Una danza, un sceña-lamiento por la Lic. Guadalupe Ceña
A diferencia del sujeto contemporáneo que no se cansa del incesante movimiento que lo aliena y lo sumerge en un mundo de anonimatos, el poeta en su labor creativa señala aquello que surca lo verdadero. En esta labor se fusiona una artista, María Ceña, con la poesía que nace del lenguaje de una danza que ella misma crea.
El modo particular con la que se manifiesta esta danza se despliega en movimientos que muestran formas novedosas e inconexas.
En las obras en donde se expone este nuevo lenguaje encontraremos dos órdenes de rupturas que nos mantendrán alejados de la narrativa de historias predecibles, lógicas y comprensibles.
Una ruptura del sentido. Lo convencional hace un paso al costado y quizás no podamos dar cuenta de la historia que se pone en juego, pero esto no excluye el hecho certero de que lo presenciado afecta.
Una ruptura de la armonía. Los movimientos son fragmentados manifestando un funcionamiento corporal escindido, sin las envolturas ilusorias de la imagen que tiende a unificar.
Esto da como resultado una emocionalidad más cercana a la angustia, que a la plenitud. Por eso es que considero que esta danza aborda de un modo singular lo real de nuestra existencia, un modo singular que pone el cuerpo en movimiento dejando en evidencia la verdad de lo imposible.
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